FABIÁN SAN MIGUEL

Mencionado por:
Lord Cheselin
Menciona a:
Verónica Viola Fisher
Emiliano Bustos
Mario Trejo
Lord Cheselin
Sergio Rigazio
Víctor Redondo
Mara Gena
Sandra Papadópulo
Ana Lema
Poética
Mi vida poética transcurre en esta definición de Enrique Molina: “La poesía es una forma de conocimiento, (…). Es un estado de incandescencia del espíritu, de un relámpago de la intuición que a través de la imagen descubre la contextura y las relaciones secretas entre las cosas y el hombre”.
Poemas
Sueño 813 /
estoy guarecido en un maizal que se quiebra. Los relámpagos abren huellas en una habitación vacía, el lugar huele a campo abierto. Nado hasta uno de los rincones del cuarto, trato de comprender lo que sucede: en una ruta cerrada. Es de noche. No siento más que mis pies adormecidos. Las gotas de lluvia ocupan la totalidad de una mirada. El cuerpo, entrelazado en sueños, aún está seco y a cobijo. La ventana recobra mis sentidos para volverlos opacos, intransferibles. El negativo de una fotografía deja entrever a un caballo desbocado refugiarse más allá de la tormenta. Abro el vidrio y, apenas toco el aire, mis manos se estremecen. En el cielo, las cruces blancas se reflejan desde un costado del asfalto. Cuando regreso a la cama la luz me ahoga, el resto es lo que permanece en la retina.
Sueño 824 /
se encienden las luces del quirófano: los grises diluidos me hacen pensar en una postal ajada por el tiempo. En la imagen hay cirujanos, fumando metales a escondidas. Regeneran en su ritual: la luna en una noche abierta. La velocidad se regocija en su carácter, como un haiku que delira en movimiento. El corte es certero, sólo diez centímetros. Apenas veo el bisturí arrastrando una hebra de carne sé que soy yo, pero también observo. La cama se corroe. Alguien se hunde en un sueño profundo: tiene en sus manos una válvula cardiaca. No hay dolor, ni sensaciones. En la escena prevalece el blanco y negro. Todo se sabrá más tarde: la intervención fue un éxito. Ahora, despierto y parado frente al espejo, veo el desgarro en un lado del pecho: dos cordones púrpuras dan origen a una dentadura casi perfecta.
Sueño 840 /
duermo en el trazo animal de un 38. La imagen se vuelve lúcida, irreconocible. Veintiún gramos de rígido movimiento. Tengo las rodillas contra el pecho y los pies encerrados en jaulas de metal. Me doy vuelta. El percutor es mi apetito: parece saciable. La ciudad es la garganta perpetua de un reloj de arena. En silencio, descorro las sombras, disparo hacia los pliegues. Me ahogo, entre las sábanas. El aire empalidece. En las pupilas de un grito los huesos devoran carne. Hay alguien más allá, respira, en los orificios abandonados de la noche.
Sueño 844 /
los oídos destellan la orfandad de un laberinto. Me recorre el ladrido obsceno de los huesos. El silencio permanece hostil. Mi cama se ahueca, se transforma en algo más: una vieja matemática olvidada. En ella, Lautréamont camina, con una copa de niebla, por calles inciertas. Los edificios filosos encriptan sus pasos. Estoy de pie, bajo las sábanas. Mi piel se escapa, silba al ser alojada por el viento: atraviesa la noche como una tela de araña. Los ojos toman la iniciativa por sobre el estertor líquido de la memoria. Entre habitaciones absurdas, llego ante un espejo y no me reconozco. La noche cuelga de un mástil, ahorcada. Amanezco a la intemperie, en una boca desconocida.
(Del Libro Sueño 800 – Editorial Bohemia – 2004)
Haz puesto la obra un poco tarde
Intento ser erótico. La vía, el funcionamiento. Intento y esta vena gris soporta la unidad; la boca, este silencio. Juego en racimos. Venillas, entonces. Negras, absurdas como máscaras. Como madera negra de ataúd, de laúd que se incinera: cenizas. Nada más. Nada más que eso: he vuelto de un parricidio y las cosas no parecen sostenerse. Hacen agua, marean. Intento ser la vía, el funcionamiento. Atravesado por Lacan, Sancho; señal que alguien más cabalga. Es la urgencia de la que ahora hago texto. Y del texto nada hay debajo, salvo el develamiento. Otra oscuridad, pero otra. Al fin, el follaje. Cátedra francesa, un espejo. Olivos dirán aunque es tan fácil la higuera. Intento, diré. Pero es tan fácil la higuera, al fondo, a la sombra dirán. Frutos parduscos y una mano. Se llevan distantes, tan breves máscaras a la boca. El jugo. (¿Y la mano?). Un movimiento exacto; atravesado el aire de la tarde, la sombra, el telar. Y el amor es un guijarro que se ríe con el sol, que segrega otra frase entre lamidas. Intento, digo o diré, a mi sombra, ser erótico. Venillas, entonces. El bajo vientre, abajo; las uñas enlazadas con la viscosidad, la pertenencia.
A otra nervazón con este mote*
Me encierro en una playa deshecha, a la deriva; y es más íntima oscuridad la del estómago. La mía, en este desliz de lengua; en este pesar de la garganta. Brújula queda y navegación en la fisura. Isla y arena: el cepo que acorrala el vuelo. Alas de animal abandonado en el salitre, espejo vano en la rugosidad de un paisaje de infancia. Pura pestaña de sangre y nervazón: la letra. Mi encierro. Es una playa deshecha, a la deriva. Un niño: sequedad más íntima, su morgue de Medea en este cuerpo. Éste que no ha recorrido su carnadura; infame, todavía y a desgano. Cordón silente. La playa deshecha. Piel de estómago que sólo acepta deformidad para las sombras. Brújula queda; vuelta atrás en la bravura. Un paisaje de infancia; nervazón: oscura y tensa. Piel de un insomnio ahondado en el salitre. Mi encierro; este estómago. Tejido; donde escucho el tintineo de monedas y algarabía en la lengua de los otros; cayendo en lo que pienso siempre, como carne de asterisco, su último peldaño.
Nota al pie.
Mote: 1. Sentencia breve que incluye un secreto o misterio que necesita explicación. // 2. Arg., Chile y Perú. Error gramatical en un escrito, o modo de hablar defectuoso.
(Textos inéditos de la serie El vertebradero)
Bio / Bibliográfica
Nací en Lomas de Zamora, en 1964. Publiqué el libro de poemas Perros de la Belleza, Ediciones Ultimo Reino, en 1996; y Sueño 800 (Editorial Bohemia), en 2003. En el 2005 escribí el libro de investigación histórica sobre el Círculo de Aragón de Buenos Aires, titulado: 90 Años. Presencia aragonesa en Buenos Aires, 1915-2005. Editado por el Gobierno de Aragón, España. Poemas y notas mías aparecieron en revistas del interior y del exterior del país. Fui traducido al portugués.
Formé parte en la coordinación y organización de la Casa de la Poesía de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de la Casa Nacional de la Poesía de la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina.
Tengo dos blogs, uno de mis alumnos: http://laboratoriocentral.blogspot.com y otro propio: http://elonirografo.blogspot.com
Poética
Mi vida poética transcurre en esta definición de Enrique Molina: “La poesía es una forma de conocimiento, (…). Es un estado de incandescencia del espíritu, de un relámpago de la intuición que a través de la imagen descubre la contextura y las relaciones secretas entre las cosas y el hombre”.
Poemas
Sueño 813 /
estoy guarecido en un maizal que se quiebra. Los relámpagos abren huellas en una habitación vacía, el lugar huele a campo abierto. Nado hasta uno de los rincones del cuarto, trato de comprender lo que sucede: en una ruta cerrada. Es de noche. No siento más que mis pies adormecidos. Las gotas de lluvia ocupan la totalidad de una mirada. El cuerpo, entrelazado en sueños, aún está seco y a cobijo. La ventana recobra mis sentidos para volverlos opacos, intransferibles. El negativo de una fotografía deja entrever a un caballo desbocado refugiarse más allá de la tormenta. Abro el vidrio y, apenas toco el aire, mis manos se estremecen. En el cielo, las cruces blancas se reflejan desde un costado del asfalto. Cuando regreso a la cama la luz me ahoga, el resto es lo que permanece en la retina.
Sueño 824 /
se encienden las luces del quirófano: los grises diluidos me hacen pensar en una postal ajada por el tiempo. En la imagen hay cirujanos, fumando metales a escondidas. Regeneran en su ritual: la luna en una noche abierta. La velocidad se regocija en su carácter, como un haiku que delira en movimiento. El corte es certero, sólo diez centímetros. Apenas veo el bisturí arrastrando una hebra de carne sé que soy yo, pero también observo. La cama se corroe. Alguien se hunde en un sueño profundo: tiene en sus manos una válvula cardiaca. No hay dolor, ni sensaciones. En la escena prevalece el blanco y negro. Todo se sabrá más tarde: la intervención fue un éxito. Ahora, despierto y parado frente al espejo, veo el desgarro en un lado del pecho: dos cordones púrpuras dan origen a una dentadura casi perfecta.
Sueño 840 /
duermo en el trazo animal de un 38. La imagen se vuelve lúcida, irreconocible. Veintiún gramos de rígido movimiento. Tengo las rodillas contra el pecho y los pies encerrados en jaulas de metal. Me doy vuelta. El percutor es mi apetito: parece saciable. La ciudad es la garganta perpetua de un reloj de arena. En silencio, descorro las sombras, disparo hacia los pliegues. Me ahogo, entre las sábanas. El aire empalidece. En las pupilas de un grito los huesos devoran carne. Hay alguien más allá, respira, en los orificios abandonados de la noche.
Sueño 844 /
los oídos destellan la orfandad de un laberinto. Me recorre el ladrido obsceno de los huesos. El silencio permanece hostil. Mi cama se ahueca, se transforma en algo más: una vieja matemática olvidada. En ella, Lautréamont camina, con una copa de niebla, por calles inciertas. Los edificios filosos encriptan sus pasos. Estoy de pie, bajo las sábanas. Mi piel se escapa, silba al ser alojada por el viento: atraviesa la noche como una tela de araña. Los ojos toman la iniciativa por sobre el estertor líquido de la memoria. Entre habitaciones absurdas, llego ante un espejo y no me reconozco. La noche cuelga de un mástil, ahorcada. Amanezco a la intemperie, en una boca desconocida.
(Del Libro Sueño 800 – Editorial Bohemia – 2004)
Haz puesto la obra un poco tarde
Intento ser erótico. La vía, el funcionamiento. Intento y esta vena gris soporta la unidad; la boca, este silencio. Juego en racimos. Venillas, entonces. Negras, absurdas como máscaras. Como madera negra de ataúd, de laúd que se incinera: cenizas. Nada más. Nada más que eso: he vuelto de un parricidio y las cosas no parecen sostenerse. Hacen agua, marean. Intento ser la vía, el funcionamiento. Atravesado por Lacan, Sancho; señal que alguien más cabalga. Es la urgencia de la que ahora hago texto. Y del texto nada hay debajo, salvo el develamiento. Otra oscuridad, pero otra. Al fin, el follaje. Cátedra francesa, un espejo. Olivos dirán aunque es tan fácil la higuera. Intento, diré. Pero es tan fácil la higuera, al fondo, a la sombra dirán. Frutos parduscos y una mano. Se llevan distantes, tan breves máscaras a la boca. El jugo. (¿Y la mano?). Un movimiento exacto; atravesado el aire de la tarde, la sombra, el telar. Y el amor es un guijarro que se ríe con el sol, que segrega otra frase entre lamidas. Intento, digo o diré, a mi sombra, ser erótico. Venillas, entonces. El bajo vientre, abajo; las uñas enlazadas con la viscosidad, la pertenencia.
A otra nervazón con este mote*
Me encierro en una playa deshecha, a la deriva; y es más íntima oscuridad la del estómago. La mía, en este desliz de lengua; en este pesar de la garganta. Brújula queda y navegación en la fisura. Isla y arena: el cepo que acorrala el vuelo. Alas de animal abandonado en el salitre, espejo vano en la rugosidad de un paisaje de infancia. Pura pestaña de sangre y nervazón: la letra. Mi encierro. Es una playa deshecha, a la deriva. Un niño: sequedad más íntima, su morgue de Medea en este cuerpo. Éste que no ha recorrido su carnadura; infame, todavía y a desgano. Cordón silente. La playa deshecha. Piel de estómago que sólo acepta deformidad para las sombras. Brújula queda; vuelta atrás en la bravura. Un paisaje de infancia; nervazón: oscura y tensa. Piel de un insomnio ahondado en el salitre. Mi encierro; este estómago. Tejido; donde escucho el tintineo de monedas y algarabía en la lengua de los otros; cayendo en lo que pienso siempre, como carne de asterisco, su último peldaño.
Nota al pie.
Mote: 1. Sentencia breve que incluye un secreto o misterio que necesita explicación. // 2. Arg., Chile y Perú. Error gramatical en un escrito, o modo de hablar defectuoso.
(Textos inéditos de la serie El vertebradero)
Bio / Bibliográfica
Nací en Lomas de Zamora, en 1964. Publiqué el libro de poemas Perros de la Belleza, Ediciones Ultimo Reino, en 1996; y Sueño 800 (Editorial Bohemia), en 2003. En el 2005 escribí el libro de investigación histórica sobre el Círculo de Aragón de Buenos Aires, titulado: 90 Años. Presencia aragonesa en Buenos Aires, 1915-2005. Editado por el Gobierno de Aragón, España. Poemas y notas mías aparecieron en revistas del interior y del exterior del país. Fui traducido al portugués.
Formé parte en la coordinación y organización de la Casa de la Poesía de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de la Casa Nacional de la Poesía de la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina.
Tengo dos blogs, uno de mis alumnos: http://laboratoriocentral.blogspot.com y otro propio: http://elonirografo.blogspot.com
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