GUADALUPE WERNICKE
mencionada por:
Claudia Masin
menciona a:
paulina vinderman
ana guillot
florencia abadi
nilda barba
carlos godoy
graciela caprarulo
isabel krisch
silvia jankel
veronica pomerane
matias lockhardt
bio/biblio:
Nací en Buenos Aires el 5 de mayo del 82. Estudié sociología. Publiqué los libros viboritas de mar y el deshielo. Co-dirijo VOCAL, una revista de música y poesía para escuchar. Trabajo en el equipo editorial de la revista Ventizca. Con algunas poetas amigas armamos la editorial de poesía Abeja Reina.
Poemas:
Tocó
Carne lechosa
carne del milagro
cómo la forma de tu dedo
que apunta y toca
el calibre, los bordes
pudo romper
la existencia del tiempo
cuál de los instintos
es el que impone la tersura
de un río paralelo
a la consistencia del dolor
como hacer pie en aguas desconocidas
y dudar
de la erección del cuerpo
niña que tiembla
y es el paso del día
por las diversas escenas
de la verdad.
Riñón III
Se lavó la tierra
y la primer imagen del cuerpo quebrado
en el trance hacia el mallín
es una mujer
con la sangre aún enferma
sin base para que brote
lo insuficiente
cayosa
por la caminata nocturna
hacia el centro del tronco
no puede escuchar
lo que el otro dice
un estilo inundado de poseer
el yermo
cada íntima fibra de los cuartos
se mía, por dios
y el altar vacío de ofrendas:
él se alimenta de ella
y ella: es su riñón
arde
como la mirada borrosa
del mojón en la bruma
la isla móvil
aterida
con raíz en la necesidad
del cuidado de sí
la deja él
seguir sumergida en las aguas
de lo tibio
sobre el delta iluminado
todavía
aunque apenas el tiempo que somos
nos vuelva
los destellos
de nuestro dolor
la plena instalación de lo que pasa
una obra efímera
perfora
el hondo barril
tallado de astros invisibles
de robles
y cámaras de fotos
la tierra ya no es sólo de quien se nace
y algo toma, después de la forma de la lágrima
un aspecto de anchura
de amplitud
ella logra alzar la vista
y zafarse de la elección ajena
a la intemperie
de su casa o el espanto
de estar apenas ella
con la insistencia del otro
en permanecer adherido
a los fiambres secos del amor
Se llevó
Cuando llega el peor punto del calor, llueve. Se arma una corriente de tierra desprendida que va llevándose todo lo que alcanza. Un hilo. O cuando los hombres cortaron los árboles del monte: un alud. Lluvia o interrupción.
Un cuerpo interrumpido.
Entre las cosas que lleva el barro hay algunos bichos hermosos. Y hay casas, ropa de bebé, azúcar, revistas, plantas de tomate, abuelos, muñecos, cruces, piernas.
Vuelve el sol como una chinche.
De la serie 33 variaciones:
IV.
Después del sol
mi labio se volvió
una mora de llagas
que nadie más quiso tocar.
Por eso, debo defenderme
del que me deja sola
como si ya no lo estuviera
antes de verlo
con las defensas chicas
entregadas al calor
que ocurre a veces fuera
del verano, en la extraña duda
de estar o no amando lo que crece.
IX.
Hay, fuera del jardín, un bosque que manda
y hace que cambien las estaciones sobre el libro,
en cada rincón de mi departamento,
en el gato, en las ramas con hojas
y la parte es, en su transformación,
el bosque
la luz que se filtra desde cada árbol
la risa
la oración de esa risa
como un tronco
que crece sobre el muerto.
Tocó
Carne lechosa
carne del milagro
cómo la forma de tu dedo
que apunta y toca
el calibre, los bordes
pudo romper
la existencia del tiempo
cuál de los instintos
es el que impone la tersura
de un río paralelo
a la consistencia del dolor
como hacer pie en aguas desconocidas
y dudar
de la erección del cuerpo
niña que tiembla
y es el paso del día
por las diversas escenas
de la verdad.
Riñón III
Se lavó la tierra
y la primer imagen del cuerpo quebrado
en el trance hacia el mallín
es una mujer
con la sangre aún enferma
sin base para que brote
lo insuficiente
cayosa
por la caminata nocturna
hacia el centro del tronco
no puede escuchar
lo que el otro dice
un estilo inundado de poseer
el yermo
cada íntima fibra de los cuartos
se mía, por dios
y el altar vacío de ofrendas:
él se alimenta de ella
y ella: es su riñón
arde
como la mirada borrosa
del mojón en la bruma
la isla móvil
aterida
con raíz en la necesidad
del cuidado de sí
la deja él
seguir sumergida en las aguas
de lo tibio
sobre el delta iluminado
todavía
aunque apenas el tiempo que somos
nos vuelva
los destellos
de nuestro dolor
la plena instalación de lo que pasa
una obra efímera
perfora
el hondo barril
tallado de astros invisibles
de robles
y cámaras de fotos
la tierra ya no es sólo de quien se nace
y algo toma, después de la forma de la lágrima
un aspecto de anchura
de amplitud
ella logra alzar la vista
y zafarse de la elección ajena
a la intemperie
de su casa o el espanto
de estar apenas ella
con la insistencia del otro
en permanecer adherido
a los fiambres secos del amor
Se llevó
Cuando llega el peor punto del calor, llueve. Se arma una corriente de tierra desprendida que va llevándose todo lo que alcanza. Un hilo. O cuando los hombres cortaron los árboles del monte: un alud. Lluvia o interrupción.
Un cuerpo interrumpido.
Entre las cosas que lleva el barro hay algunos bichos hermosos. Y hay casas, ropa de bebé, azúcar, revistas, plantas de tomate, abuelos, muñecos, cruces, piernas.
Vuelve el sol como una chinche.
De la serie 33 variaciones:
IV.
Después del sol
mi labio se volvió
una mora de llagas
que nadie más quiso tocar.
Por eso, debo defenderme
del que me deja sola
como si ya no lo estuviera
antes de verlo
con las defensas chicas
entregadas al calor
que ocurre a veces fuera
del verano, en la extraña duda
de estar o no amando lo que crece.
IX.
Hay, fuera del jardín, un bosque que manda
y hace que cambien las estaciones sobre el libro,
en cada rincón de mi departamento,
en el gato, en las ramas con hojas
y la parte es, en su transformación,
el bosque
la luz que se filtra desde cada árbol
la risa
la oración de esa risa
como un tronco
que crece sobre el muerto.
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tu poesia es excelente. Que no se te escape...
gracias sebastian, siempre estoy intentando atraparla.
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