ANDRÉS NEUMAN
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Breve biografía
Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) vive en Granada, en cuya universidad se licenció en Filología Hispánica e impartió clases de literatura hispanoamericana. Es autor de las novelas Bariloche (Anagrama, Finalista del Premio Herralde), La vida en las ventanas (Espasa–Calpe, Finalista del Premio Primavera) y Una vez Argentina (Anagrama), así como de los libros de cuentos El que espera (Anagrama), El último minuto (Espasa–Calpe) y Alumbramiento (Páginas de Espuma). Como poeta, ha publicado los poemarios Métodos de la noche (Hiperión), El jugador de billar (Pre–Textos), El tobogán (Hiperión, Premio Hiperión) y La canción del antílope (Pre–Textos). Otros títulos suyos son los haikus Gotas negras (Plurabelle) o el volumen de aforismos y ensayos El equilibrista (Acantilado). Traducido a varias lenguas, sus poemas y relatos están incluidos en numerosas antologías publicadas en España, Argentina, México, Estados Unidos, Italia, Francia, Portugal o Bulgaria. Su página web es www.andresneuman.com.
Poética a tientas
¿Poetas elegíacos o poetas hímnicos? Aunque todo buen poeta tenga algo de ambos, admiro más a los segundos. Celebrar la vida me parece una meta más alta y exigente que lamentarla.
¿Poetas de lo mítico o poetas desmitificadores? Con las debidas precauciones, a estas alturas de nuestro escepticismo me inclino por los primeros. El poeta mitificador se arriesga por sus emociones. El desmitificador tiende a protegerse con sus ironías. Y la ironía, en poesía, es algo delicadísimo que puede desembocar en la impotencia del ingenio. Tomar excesiva distancia con lo que decimos, ¿es muestra de lucidez o de disimulada vanidad? ¿Modestia o cobardía? Por eso, aun considerando sus estridentes tropiezos, simpatizo más con los poetas sagrados. Sagrados sin retórica, con sentido crítico y, por supuesto, más acá de los dioses.
¿Poesía adjetival o poesía sustantiva? Hay poetas del adjetivo, que proceden por adición o superposición. Preferiría ser un poeta del sustantivo, y proceder por combinación o por imágenes.
¿Poesía del color o del matiz? Siento que me dirijo hacia lo segundo.
¿Gravidez o levedad en el tono? Intuyo que el secreto consiste en combinar ambas naturalezas: palabras ligeras y sentidos como anclas.
Una cuestión menor pero esencial: ¿verso libre o metro clásico? Personalmente, me quedo con el segundo. Por contradictorio que parezca, el verso clásico delata mejor a los impostores: si no se elabora de manera auténticamente personal, enseguida suena a alguien o a otra época. En cuanto a la estructura del poema, sin embargo, las construcciones libres me interesan más que las estrofas tradicionales. La medida del verso es apenas un patrón auditivo, un compás; pero la estrofa implica ya una verdadera premeditación general. El metro predispone, mientras la estrofa impone. Claro que la escritura de un soneto puede ser libérrima ((Vallejo!), pero en la práctica los más imitan, retroceden, se extravían en la forma de la forma.
¿Poesía de la cinética o poesía de la quietud? Necesariamente, ambas. La realidad es veloz, impaciente, puro dinamismo. Pero si acompañamos con la vista cualquier movimiento de lo real (como cuando se observa un tren en carrera o una cuerda en ascenso), el efecto óptico es de un momentáneo estatismo. Creo que esa es precisamente la estrategia: detener lo dinámico, analizar el vértigo como si fuera un objeto.
Poemas :
(EL JARDINERO)
Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.
Los sauces necesitan
beber más agua, Andrés, que tú o yo
y sus raíces
no deben, al principio,
ser demasiado hondas;
en ocasiones crecen muy deprisa
y otras veces se estancan en la tierra,
temerosos del aire.
Hoy no existe ni abuelo ni país
ni tampoco ese niño, pero queda
aquel sauce encorvado al que -me digo-
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.
(de El tobogán)
(EDÉN)
Entre los mil hedores
de cáscaras añejas, de mal roídos huesos
y astillas de cristal amanecido,
entre la araña inmóvil de la mugre
o el vuelo sordo de un insecto,
sobre una cima irregular,
respirando abyección
y devolviendo música en su aliento,
la malherida rosa azul de siete pétalos
durmiendo.
(de Métodos de la noche)
(PALABRAS A UNA HIJA QUE NO TENGO)
Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
-no está el mundo como para negarse-,
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula,
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando por vez primera cruces la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que, en el fondo, no soy un optimista;
si no lo fuera, entonces no estarías allí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.
(de El tobogán)
(JARDÍN DEL CEMENTERIO)
Una hoja resbala desde el árbol
y es tu mirada la que, vuelta mano,
detiene su caída unos instantes;
luego toca la tierra humedecida
por la blanca llovizna del verano
y se confunde
con un montón de hojas arrugadas.
Huele a calas, jazmines, crisantemos.
Das media vuelta y piensas
en cuándo serás tú, si caerá nieve.
Escribe un nombre propio el tiempo en cada lápida
y sin embargo, hermosas,
cuelgan pequeñas flores del almendro.
(de El tobogán)
LA leve guillotina de un minuto que cae
recorta una fracción de luz enrojecida.
No habrá noche. Tampoco aves oscuras.
Será siempre esta hora paciente, indefinida.
Sólo las cosas, los objetos pequeños de la casa,
su absorbida belleza, el pulso que transmiten,
su acaso extravagante sencillez,
te gobiernan y son cuanto tú sabes.
Te aplicas a olvidar y lo consigues.
No escucharás el sueño que perfore tu sien
como una avispa.
(de La canción del antílope)
Neuman: me encantaron tus poemas, un abrazo
Gregorio
ey andresneu!!! qué lindo leerte!
Saludos
Maravillosa poesía, me tomé el atrevimiento, (Alejandro) de reenviar esta página a algunos de mis contactos porque realmente (Andrés) quedé maravillada con tu poesía. No sé si felicitarte, no sé si se felicita por La Poesía; si sé que se disfruta y agradece.
Gracias. Iris Giménez
andrés, preciosos todos tus poemas.
Te descrubí hace tiempo y por internet e iba y leía tus poemas en tu página.
Mis saludos.
Lorena
Neuman. leí el cuento Alumbramiento, de tu libro Alumbramiento. Me pareció más que excelente, más allá del procedimiento literario y del gusto por eso que está tan bien, me impactó la solidez, la osadía y la naturalidad de tu planteo taaan político, tan poco usual y tan verdadero. Realmente admirable. ¡Salud!
"Palabras a una hija que no tengo", poema de los que quedan grabados para toda la vida. Único.
Neuman, leí Bariloche gracias a la recomendación que hizo Bolaño en su libro Entre Paréntesis.
Ahora leo tus poemas, son formidables también.
Mis saludos.
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