GERARDO LEWIN
Rolando Revagliatti
Bio/biblio:
Nació en Buenos Aires (ciudad donde reside actualmente) en 1955.
Egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático, cursó estudios de posgrado en Dirección Teatral en la Universidad de Tel Aviv.
Participó como actor en diversas puestas teatrales. Se desempeñó asimismo como docente y como traductor.
Publica habitualmente poemas en diversos sitios de Internet.
Co-dirigió el ciclo de poesía El Orate y la Musa.
Además de poemas, escribe cuentos y obras teatrales.
En 2003 editó el poemario “Amores Muertos”, editorial El Jabalí.
En este año (2007) planea editar su segundo poemario, “Tránsito”.
Poemas:
Lo que hay en el cajón
Los poetas padecen la vigilia veloz
del cazador; el alma insomne, alerta.
La emoción es animal fugaz,
su cadáver sublima en un vaho impreciso,
se diluye en una nada sin registros.
Esto es lo que arrojó la noche,
lo que hay en el cajón:
Manos que tiemblan.
Feroz puñal, desnudo puño,
aburrimiento. Al subir al avión,
como un presagio, tu sonrisa.
Aquí faltan textos, momentos
del sueño en los que fui feliz,
el sobresalto irrespirable del día,
lo que quedó sobre la mesa,
abandonado.
Habrá que hallar
sutil belleza inexplorada,
diseccionar, mentir.
Reemplazar ojos muertos
con bolitas de vidrio:
otro trofeo expuesto
en el barroco museo del instante.
Dos romances redundantes
A Rolando Revagliatti
I La Gorda
Establezco un affaire superficial,
innecesario y sórdido con Nancy,
la (¿ampulosa? ¿opulenta?) polentosa
vendedora de chalecos de fuerza
para la zona de capital y conurbano.
No son, ciertamente, el interés y la lujuria
mis únicos motivos: hay un deseo de imposible,
un desafiante intento de alcanzar el ideal.
En furtivos encuentros en el EASY de Warnes
ella acaricia, subrepticia, fría grifería cromada.
Con el ladrillo motorola en mano
va detallándole, grácil, a su madre,
la tortuosa progresión de sus orgasmos.
Y en su mente prospectos de las ventas futuras;
ávida, la lista inexorable de los que pasarán,
en breve, a integrar la clientela.
Es imposible no echar una mirada
buscando el propio nombre...
II La Flaca
Comparto con mil televidentes extasiados
el oculto, perentorio deseo de violarte, Nadia,
cuando nos pronosticas por el 7
céfiros favorables o adversos temporales.
Todo pasa por tí,
tus pupilas develan los tiempos por venir.
Un dios menor o algún gerente te han designado pitonisa.
En cada humor del mundo te revelas,
las nubes derraman tu canción sobre mi rostro.
Y la tortura diaria, térmicas sensaciones
como esdrújulas inconcebibles;
tu mano señalando frentes y presiones,
fantasmales tormentas
destinadas a anegarme,
a negarme.
¿Cómo podría, entonces, sorprenderte?
¿Qué cataclismo pergeñar,
qué precipitación o meteoro
que no hayas avizorado ya?
Como no fuera este odio repentino,
este imprevisto amor...
Isidoro Cañones contempla las ruinas de Mau Mau
De nada, Cachorra, nos valió creernos
un trazo inmortal en el papel.
Puntual, aquí está el día, el tedio,
la transfiguración de lo que amé
en grácil materia anonadada,
despojo inerte de sacras, magnas francachelas.
Hubieron vastos, placenteros océanos,
inexplorados continentes desnudos,
nuestro jolgorio y gloria.
Hubo una guerra y los Cañones
construyeron la patria.
Una vez más, pido la cuenta.
Ya rancia, la manteca cayó.
Lo que tuvo que ser:
dios inclemente
o redentor demonio
me quita
lo bailado.
A Mónica Nozzi
A Carlos Antig
A Alejandro Méndez Casariego
Todos ellos, ex-personajes de historietas
Publicar un comentario