Mencionado por:
David Voloj
Leticia Ressia
Mariano Loza
Marcelo Duguetti
Cuqui
Biblio:
Gabriel A. Riobó nació en Puerto Madryn en 1977. Al año se radicó en Bell Ville y desde 1996 vive en la ciudad de Córdoba. Participó en los grupos literarios Comerás Papel y Disculpen la demora. En el 2003 con El orbe es mi ceniza (Narvaja Editor) obtuvo el Premio Glauce Baldovín para autores inéditos. Con Rompevidrios (EDUCC, Editorial de
gabrielriobo@hotmail.com
Poética:
Sábanas blancas
Hace mucho
que no escribo
no releo
no pulo
no plagio
Suelo dormir
a la izquierda de un fantasma
La aceituna
En 1987 American Airlines ahorró 40.000 dólares
eliminando una aceituna de cada ensalada
que sirvió en primera clase.
Contra el vidrio
en la cabina de mandos
a la velocidad de la muerte
se rebela
la aceituna.
Por el altavoz, la azafata, anuncia:
Atención Atención
la aceituna verde no se deja atrapar.
Absorbidos por la ira
los pasajeros
se precipitan:
“aceituna verde
aceituna verde y aterrada
aceituna verde y condenada
aceituna del mal
a c é r c a t e “
Por el mismo altavoz, el piloto, desahoga:
Atención Atención
motor en llamas, motor en llamas.
Y todos a la vez
agachan sus cabezas.
Cabezas de ira. Cabezas blancas de ira. Cabezas de fuego en el final.
Y dirán las pericias
que fue un accidente
que la aceituna, de primera, no fue devorada
que a esa altura, el milagro, ya había ocurrido:
la ira de los otros
ahora
es su ira.
Aceituna negra, llena de ira.
El sol se derrama
y el avión se estrella.
Acaba la ira.
En la Caja Negra
da vueltas
la aceituna
El agua dejará de asimilarte:
Coca-Cola dominará los mares, la lluvia y tu ducha,
al igual que Santa Claus
serás exclusivo de su marca registrada,
y brindarás en Navidades por nuevas autopistas
y por juguetes de Greenpeace para tus hijos.
Seguirás perteneciendo al simulacro de tu ambiente:
Las grandes fábricas serán a penas
un atado de cenizas ante los aires de Marlboro,
el vicio detendrá tu marcha
corazones obsoletos
latirán
como carruajes sobre el empedrado.
Tus venas y tu cuello también corren peligro:
Gillette está apoyando la ola de suicidios.
B. B.
Brigitte Bardot:
París, 1934-
rubia pero bonita
de pequeña
soñaba con el ballet clásico
por lo que decidió ingresar
en el Conservatorio Nacional
de Arte Dramático
donde aprendió rápidamente
que ser bella y sublime
era doblegarse moralmente
ante su capacidad escénica
dominó los sesenta
y contribuyó a las fantasías colectivas
el mito erótico
fue relegando a la actriz
hasta reducirla
a estrella
y a nada
actualmente vive
rodeada de animales
atormentada
y felizmente sola
Brigitte Bardot:
trágica
como
Bertolt Brecht.
Entonces corre Lola, corre
Lola corre. Lola corre y no se detiene. Ella no se detiene a pensar si corre por la vereda del bien o por la acera del mal. Ella sólo corre. La ciudad es irreal, Lola corre a dos metros de sus sueños, sigue corriendo porque la ciudad no piensa y su pie derecho es una guillotina y su pie izquierdo es un corazón. Lola no hace otra cosa más que correr. Su espalda es un estómago gigante donde cabe toda la ciudad. Lola corre por si acaso, Lola corre por si entonces. Entonces Lola se detiene y lanza un grito y el grito se hace puente. Lola cruza el puente que para ese entonces es una lágrima vertebrada. Pero ella no llora y sigue corriendo. Entonces ella apura el paso y mira su reloj, aún es muy pronto para ser tan de prisa. Lola corre y de vez en cuando piensa. Lola piensa que el tiempo la piensa. Pero ella no llora y sigue corriendo. Así es, Lola ha tratado de regresar en el tiempo. Pero el tiempo la sigue pensando y ella sigue corriendo. De pequeña Lola solía llorar cuando el mar tocaba sus pies, antes llorar sólo exigía un mar. Lola piensa que la vejez es un mar de sangre con pies de otros niños. Entonces Lola vuelve a consultar su reloj que para ese entonces se ha detenido en el tiempo. Lola sigue corriendo pero a las en punto la ciudad ha dejado de ser irreal. Lola corre por un vidrio de sombras, confundida entre la multitud. Ella reconoce el tiempo perdido, en los murmullos de los otros. Lola se detiene. Lola se ha dado cuenta de que ha corrido sin llegar. El amor es un atajo, por donde Lola, no debió correr.
Cómo levantarse una mina con poesía
a todas las que alguna vez
nos han dicho que no
Las hay cachorritas en la superficialidad de sus afortunados usos cosméticos, como las hay inmersas en la credibilidad calórica de ciertos yogures dietéticos. La polaridad intuitiva de esta afirmación, noble, rudimentaria, cosmopolita, y hasta casi veraz de expropiación, nos permite un primer acercamiento. —Hola, que tal, como te va yegua. Momento. Coloque el acento en lo poético, pruebe con lo maravilloso. —Buenos cielos, mi núbil unicornio. Mejora. A ver que tal con un tono metafísico. —Bendito el encuentro supramomentáneo que une nuestras intra extras introspecciones espacio temporales, mi exvoto y divino cuerpo cuasiceleste, cuadrúpedo monopata de bajomar encadenado. Va queriendo, pero lo pomposo se le torna un tanto p a t é t i c o. Vuelva a lo simple, a algo que a ella le llegue al corazón. —Sois la virgen impoluta del silencio. Fantástico. Aunque en estos casos (y cuidado además con las resonancias internas) el plagio, del cual no dudo usted ha incurrido, no debe ser reconocido por la muchacha. Ni por la Real Academia. Mucho menos por Terry Eagleton. Aunque una vez encontradas las palabras apropiadas; no las apropiadas de los otros, sino las justas, justo las que usted precisa, procederemos al siguiente requerimiento; ah, me olvidaba, tenga en cuenta querido compañero, que la variabilidad de aproximación molecular dependerá del grado de seguro rechazo impuesto por su opuesto, el de mayor coparticipación de hormonas femeninas, o sea, la mina. Ahora enfoque en ella, en su cuerpo total, total no se va a dar cuenta, enfóquese en un punto maniobrable, equidistante, cercano, en una entraña no acéfala dotada de posterior admiración y descripción poética finalitiva, no perenne. Concentra allí toda tu sensibilidad, el rasgo menos indispensable suele ser el más bello, el más enigmático en una mujer. Evoca y contempla, en la pieza nostálgica de simetría sublime visual, sus ojos. Sólo allí radican tus palabras silenciosas, tus maquinaciones prohibidas, tus querencias prostibularias, tus ya lo sabes, te amo. Sus ojos saben que tú sabes los restantes secretos del mundo. Y en sus ojos no cabe más que dos manos. Por más que las mejores sigan siendo, las desnudas, en la imaginación.
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