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Juan Gelman
Hugo Padeletti
Marcelo di Marco
Eduardo Nico
Carolina Sborovsky
Tatiana Goransky
Juliano Ortiz
Bio/biblio:
Nació en Mar del Plata en diciembre de 1975. Vive en Italia desde el 2003.
Ha escrito una novela, obras de teatro, poesía y cuentos, que permenecen inéditos.
El año pasado se representó el monólogo teatral, Come viaggiare senza mai spostarsi, en la plaza de un pueblo de provincia, cerca de Trieste.
(http://mariasanchezpuyade.blogspot.com/)
Poética:
“…ir a tientas por los muros hasta/hacerse penumbra el cuerpo/contra todo lo que cuesta/vivir entre búhos-/en busca de una punta del ovillo,/una aparición que no se valga/de pitucones o remiendos de palabras…”.
-I-
Saco este abrojo
de la piel de la memoria.
Parece una garrapata.
Es dulce
y provoca arcadas
la propia sangre.
-II-
Escapo si deseas
atarme un delantal a la cintura.
Madre que por envidia,
o quizá padre
que nada preserva,
me salvaron del asedio
y en laurel me convirtieron.
Ahora,
abrazo la tierra.
-III-
Soy el almácigo
que crece en mi ombligo
desde que –de pequeña–
trago semillas. No sé
si llegaré a ser árbol.
Dejo que la araña me teja
ideales, desafiando a las termitas
que agujerean en silencio
los muros de mis pocas certezas
y los años que llevo alzándome.
No soy el ganado que muge
y se debate arrinconado
–o no siempre lo soy.
Prefiero gritar a los vientos,
hendir la tierra con las manos
que se me caigan todas las hojas
y que un día cualquiera
venga a arrancarme la ceniza de una helada
–y en la canilla alguien recuerde
congelados caireles.
Poemas de “El ombligo del limonero” (inédito)
Discusión
No bajes la velocidad. El dolor
es una cuestión de constancia
o de consistencia, quizá.
A poco, no lastima.
Detrás de la ventanilla
hay un verde otoño.
Yo por allí andaría,
con esas madres del alborozo,
con esos padres que improvisan
la alegría.
No disminuyas la intensidad
justo
ahora que estoy por abrir
la puerta y salto. Corro. Me alejo
con la felicidad.
Tiempo de cambio
En otoño flota un perfume
de fardo y madriguera.
La mujer que de a ratos soy
mira el baúl lleno de ropa
y percibe un cambio,
el tierno esfuerzo de las cosas
haciendo pie en el olvido.
Por esos días una falena
vuela fuera del arcón.
La mujer que fui lo abre,
saca su pequeño cadáver
duro de naftalina
y con caricias y lavados
en pocas horas resucita.
Al cambio se unen otros objetos
con la resolución de un amotinamiento,
empujados por una fuerza
que arremolina los cuerpos
en un simple
y puro
acto de aseo.
Poco antes o después
–el tiempo a veces es binario–
la mujer afronta
la retroguardia de los frascos
olvidados en la heladera.
Entonces descubre
–sin la menor sorpresa y con una náusea
tan ancestral como nueva–:
un mundo de seres verdes, la edad
de la humedad creciendo en ambientes
oscuros, bajo las sábanas y entre las piernas.
Pronto olvida, hasta que la sorprende
la mujer que será, su perfume de manzanilla.
El aire se hace leve. Volutas de vapor cubren
el azul intenso del cielo. La mujer
guarda sus pequeños cadáveres de lana,
fantasmas del destierro sin consumar,
cambia de piel y simula volver a empezar.
Poemas del libro inédito “Divagaciones sobre el tiempo”
Me gusta muchisimo el ritmo pausado que tienen tus poemas María, ese espacio que le otorgas al silencio. Además hay un momento de calma donde, de pronto, asoma la cabeza un pez. Me diste esa sensación. Tenes belleza en esto, sin dudas!! Abrazo!!
Maria, me gusta la brevedad y la profundidad de tu poesía. juliano
ELEONORA DIJO...
ME GUSTA MUCHO TU PAUSA Y TRANQUILIDAD QUE LE DAS A TU IMAGINACION EN LA POESIA.ELEO
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