Marcelo Leites
Mencionado por:
Selva Dipasquale
Menciona a:
Hugo Gola
Bernardo Uchitel
Daniel Durand
Selva Dipasquale
Stella Maris Ponce
Fernando Belottini
Marita Balla
Julián Bejarano
Claudia Sosa
Martín Carlomagno
Ketty Alejandrina Lis
Graciela Gianetti
María Elena Barbieri
Jorge Montesino
Selva Dipasquale
Menciona a:
Hugo Gola
Bernardo Uchitel
Daniel Durand
Selva Dipasquale
Stella Maris Ponce
Fernando Belottini
Marita Balla
Julián Bejarano
Claudia Sosa
Martín Carlomagno
Ketty Alejandrina Lis
Graciela Gianetti
María Elena Barbieri
Jorge Montesino
Poética:
ARS POÉTICA
La poesía no es la verdad
la poesía no es la belleza
la poesía no es un mito
la poesía no es un género
la poesía no es religión
el poema no es catarsis
el poema no es erudición
el poema no es artificio
el poema no es literario
No es una idea
una pose
una gloria
una anéctota
una mística
una reverencia
una métrica
la poesía no es ideología
ni mercancía
ni sociología
ni información
no es el poeta
no deja títere con cabeza
no crece en cualquier jardín
no abandona al que le es fiel.
No sé qué es la poesía y por eso escribo
si la ocasión llega
si hay un pulso que me lleva de adentro hacia fuera
de afuera hacia adentro
si puedo unir dos extremos que nunca se tocan.
La poesía se escribe con palabras y está más allá de las palabras.
Habla de lo que veo cuando miro del otro lado de las cosas
y de lo que soy cuando abandono el mundo cotidiano.
La poesía se mueve cuando estoy quieto.
Bio/biblio:
Marcelo Leites. Nació en Concordia, Entre Ríos, Argentina, en 1963. Actor y director de teatro vocacional. Poeta y ensayista.
Publicó los libros de poemas: El Margen de la aldea, en Ediciones Río de los Pájaros, en 1992 , Ruido de Fondo, en Trópico Sur de Asunción del Paraguay, en 2001 y “Tanque australiano”, en Ediciones Gog y Magog, de Buenos Aires, en 2007; y los ensayos: “Percepción de la música”, Ed. Fondec, Antología colectiva y “Cuatro poetas entrerrianos?” en Eduner, la Editorial de la Universidad de E. Ríos.
Coordina Talleres de lectoescritura en su ciudad natal, ha leído su obra en diversos Encuentros literarios, nacionales e internacionales.
Fue designado jurado en los Juegos Florales de poesía del Rowing Club” de Paraná del año 2007. Ha seleccionado y prologado la Antología de poesía entrerriana: “Las nuevas voces de Entre Ríos”, publicada por la página web http://www.poeticas.com.ar/Directorio/poetas.htm, en marzo de 2008 e integra además el Consejo Editorial de la Página web www.autoresdeconcordia.com.ar.
Actualmente colabora en el sitio de Selva Dipasquale. http://ustedleepoesia.blogspot.com/2008/06/investigacin-permanente-sobre-la.html.
Su mail personal es: leitesmargen@hotmail.com.
Publicó los libros de poemas: El Margen de la aldea, en Ediciones Río de los Pájaros, en 1992 , Ruido de Fondo, en Trópico Sur de Asunción del Paraguay, en 2001 y “Tanque australiano”, en Ediciones Gog y Magog, de Buenos Aires, en 2007; y los ensayos: “Percepción de la música”, Ed. Fondec, Antología colectiva y “Cuatro poetas entrerrianos?” en Eduner, la Editorial de la Universidad de E. Ríos.
Coordina Talleres de lectoescritura en su ciudad natal, ha leído su obra en diversos Encuentros literarios, nacionales e internacionales.
Fue designado jurado en los Juegos Florales de poesía del Rowing Club” de Paraná del año 2007. Ha seleccionado y prologado la Antología de poesía entrerriana: “Las nuevas voces de Entre Ríos”, publicada por la página web http://www.poeticas.com.ar/Directorio/poetas.htm, en marzo de 2008 e integra además el Consejo Editorial de la Página web www.autoresdeconcordia.com.ar.
Actualmente colabora en el sitio de Selva Dipasquale. http://ustedleepoesia.blogspot.com/2008/06/investigacin-permanente-sobre-la.html.
Su mail personal es: leitesmargen@hotmail.com.
Poemas:
MOEBIUS
Y ahora el sonido de las olas llega
en forma de relente desde la árida
superficie de la roca en la que
se ignora si alguna vez hubo
un sonido de olas y una mujer
acostada sobre la arena insistente
zumba sin embargo como una mosca y trae
olor de té helado y dos labios
pegados a las tazas y líquido amarillo
que entra a la garganta lentamente
mientras la arena ya no es arena
y el sonido de las olas llega sólo
después en forma de relente
a otra playa a esta noche
y no se sabe si ocurrió algo
o si las olas son imaginarias a la distancia
donde una mujer todavía espera
acostada en la arena y la taza de té
sube amarillo hasta su garganta
y no hay nadie con ella salvo el sabor húmedo
que vuelve como una sombra que no termina
de sacarse, de encima y la roca deja lugar
al corazón del hombre del que se ignora todo
salvo que alguna vez estuvo no se sabe si estuvo
en una playa no se sabe si imaginaria
donde el sonido de las olas en forma de relente
llegaba después a su memoria
y la mujer en la arena se delineaba
en otro espacio donde el desierto
habrá tenido lugar
(De: Ruido de fondo)
*
A Osvaldo Budón
Adherencia pronunciada al objeto.
Una gota.
Una sola gota cae sobre el tejado
oxidado y permeable.
Cae una gota
sobre la hierba sedienta,
baja por el tallo del tulipán
a la tierra.
Esa gota fue primero un sonido
insistente pero casi invisible
y cuando empezó a llover
un elemento indivisible
de la música.
(VI de Tanque Australiano)
*
Lo que dijo el viento
Las hilachas de luz describen
siluetas diminutas, desnudas.
Hileras verdes en galería
adelgazándose en las sombras.
La luna irradia mi cuerpo
¿Soy todavía?
¿Soy un río que viene y va
o sólo su reflejo?
Estallido de agua.
Nado contra la corriente
y mis brazos levantan vuelo.
Nadar es apropiarse del agua.
En la costa bailamos unidos
un ritual ebrio
cuyo ritmo hemos olvidado.
El aguaribay mueve sus ramas
y la lengua absorbe el centro
picante de los pimientos rojos.
El viento entre las ramas del aguaribay.
Arranco una rama
y la rugosidad de mis manos
cede a la savia de sus hojas.
Este olor a resina pegajosa me acompañará
en el viaje definitivo.
La superficie iluminada de la costa,
los biguaes y sus círculos sobre el río,
la insistencia del grito de las aves
y los dorados que saltan fuera del agua
deberían bastar a la hora de hacer un recuento.
Cuchilladas de sol en las nubes oscuras.
Las brasas oscilan tenues sobre los restos
del mediodía: el humo de la carne asada:
el pan y el vino y esa canción que quedó
flotando como una revelación
deberían bastarte, aunque más no fuera
como una lacerante maravilla.
¿Y la alegría de la mesa compartida?
¿Aún te dicen algo esas nubes?
Dibujan entre los huecos del cielo
los rostros que creías fieles
con una sonrisa lejana y suficiente.
¿Aún te dicen algo esas nubes
que se disgregaron en el aire?
Pasan
Pasan
Pasan como las plumas
tornasoladas del pavo real.
¿Te dicen algo, todavía?
Ah, la entropía del conocimiento.
Saber no nos salva:
Nos deja al borde
de nosotros mismos:
Los zumbidos de las moscas
nos atraparon como arañas en su tela.
Hemos llevado el universo a nuestra casa
y hemos cerrado la puerta.
Pequeños hombres grandes.
Pequeños monstruos maquillados
que acusan con el dedo de dios
y no dejan a nadie en paz.
No se puede tolerar a los intolerantes,
no, Oliverio, no hay que compadecerlos:
hay que ignorarlos.
¿Y la alegría de la mesa compartida?
Todavía el aire bombea tu corazón.
No has muerto en ninguna batalla,
y aunque tu papel en el universo
sea como el paso de una hormiga
sobre una brizna de hierba,
cada día renuevas el salto.
Debería, entonces, alcanzarte.
Ahora, en esta primavera de guerra,
los hijos toman aire de mis pulmones
y cantan una canción.
Estas voces enamoradas del mundo...
Habrá que seguir cantando
y las voces unidas en el canto
deberían, al fin, bastarnos.
Las luciérnagas no saben que iluminan la noche.
Suspendidos en el espacio, los amantes
quedan exhaustos como dos nadadores.
El mundo se cae a pedazos
y todavía estás ahí, del otro lado,
tendida, tendiéndome una mano.
(Incluido en Tanque Australiano – 2007)
* * *
Publicar un comentario