Laura Crespi
Mencionada por:
Valeria Meiller
Menciona a:
ROBERTA IANNAMICO
ANDI NACHÓN
DIANA HENDERSON
MARIANA SUOZZO
JOSÉ VILLA
MANUEL ALEMIAN
SEBASTIAN BIANCHI
BIO
LAURA CRESPI nació en San Fernando en 1973. Publicó poesía: Días de Besos (2006), Una onda magnética (2008), Árboles alineados (2010/2015), La vida interior (2010), la antología Invisible Vanidad (2010) y Primavera (2014), y el ensayo Un blanco móvil. Filosofía, literatura y metáfora (Santiago Arcos, 2009). Editó sus traducciones de Wallace Stevens y Elizabeth Bishop en la colección de plaquetas artesanales CUADERNOS DE TRADUCCIÓN, donde también editó el libro objeto POETAS JAPONESAS.
Poemas:
árboles alineados (fragmentos):
Soñé
que por fin me hablabas, y en susurros empezamos a escuchar las voces
que salían del cuarto contiguo. Entonces borramos las palabras que
estaban escritas sobre el vidrio que nos dividía de ellos, y aparecieron
líneas aguadas, largas gotas, para descifrar en lo reaparecido algo.
Nada se veía entre el vapor. Sólo nadaban indicios de esa circunvalación
fortuita que nos reunía a todos.
En
el sueño se cruzan fugaces distintas escenas, vistazos que más tarde
emplazaban las arenas movedizas al rodearnos. Los dos esperábamos que
alguien manifestara antes el núcleo del riesgo, sabiendo que igual el
tiempo estaba perdiéndonos solos.
En la ciudad brillan las vidrieras con huevos de pascua y alguien se convierte en oro en medio del follaje.
Una
placa negra que sostiene trenzas de hilo negro. Ella deja en su cabeza
guirnaldas de flores apoyadas en sus ojos, aros que desprenden una a una
las miradas que van a insinuar la lejanía como un síndrome de otra
bienvenida. En una combinación de todo lo presente y lo pasado, durante
la vuelta del camino la lluvia se desplaza rítmicamente sobre el
parabrisas.
De
los trazos agrupados en dos círculos que hacíamos con lápiz verde, los
árboles dibujados parecen moverse en un costado de la ruta litoral.
Intentando
repasar los hechos descubro una intensidad en esa permanencia tan
difusa. La vigilia apresa esa pared de niebla que era fácil construir al
despertarnos. Luego sueño y algo se introduce en mis oídos con un
golpe.
Suave
o nítida figuraba una voz el aire. Perseguía la velocidad y entrando
por un pasadizo en curva, los árboles alineados movían en espiral el
viento.
El
día de vacaciones nos reúne en una cápsula de humo. Las voces se
adhieren como una segunda piel al silencio de algo así como un fuero
interno. Conservando alguna imagen del pasado quedamos envueltos en la
niebla, despidiendo la claridad de esa esfera enrarecida por la droga.
Contenía
todo lo que parecía que pasaba en una intencionalidad autónoma, y a la
vez desviada de lo que nos proyectábamos en los inicios de la reflexión.
Percibo
en la calle una circulación perfecta. Automóviles y bicicletas ceden
ante un grupo de peatones del que formo parte. Cruzo, entro al barrio
nuestro, dejo tras de mí una estela de agua que va desapareciendo. Algo
de lo que una vez vino a fijarse y a cercar una inscripción siempre
tardía, vuelve, entre voces del sueño que siguen un circuito de
transparencia.
El agua que se desplaza y rompe...
Volvemos
al mar y ella, como una realización que se corporizara entre e vapor
que nos rodea otra vez ahora, sigue y se despista ondeando sobre cierta
volátil frecuencia donde suelen parpadear los hilos que comprenden esa
visualización del otro, para poder apresarlo con una palabra blanca, con
la espuma de algunos días afuera.
Editado en:
Mata-Mata Latinoamericana 2010
Vox 2015
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